La arquitectura vernácula es aquella que sin haber querido ser arquitectura… lo fue. No fue hecha por arquitectos, respondía puramente a las necesidades de la gente. Realmente la estética es, a ratos, un accidente en el asunto.
Sin estética no es arquitectura, se vuelve ingeniería. Pero sin funcionalidad se vuelve arte. Es una mezcla, una combinación, una fusión, vaya.
Yo creo que el equilibrio es lo mejor. Si bien la mejor de todas las arquitecturas es aquella funcional, la que te hace sentir cómodo en tu ambiente, responde a tus requerimientos cotidianos, te da una solución acertada a los problemas de tus actividades.
Lo estético, la proporción visual condimenta muy bien las construcciones, la estructura que aparte de lo anterior mencionado presente un envolvente agradable a la vista, sensible a las emociones, respetuoso de los espacios, provocador de una determinada sensación, esa estructura está bien.
Ya desde Barragán aprendimos a no juzgar por la fachada (moraleja ampliamente aplicativa a muchos campos de la naturaleza humana), este hombre, ganador del premio Pritzker (e ingeniero por desgracia, sólo porque no había aún una escuela de arquitectura como tal) mimetizó su casa con el entorno, la fachada no llama la atención, realmente no das 10 centavos por la fachada, sin embargo, por dentro viene a ser lo mejor que se puedan imaginar. Aunque Barragán era medio psicópata en mi opinión.
Existen, por tanto, muchas corrientes. Unas apoyando más a la funcionalidad que a la estética, tal vez el exceso en la estética sea el crimen de la arquitectura. Tanta imagen, tanta búsqueda de lo superficial ha descuidado el interior, desviado nuestra atención hacia otras áreas. Hay un libro muy bueno, que se llama “La Anestética de la arquitectura”, el título en inglés es un juego de palabras que quiere decir tanto “anestesia” como “antiestética”. Es de Neil Leach. Está difícil de conseguir, pero si pueden hacerlo… se los recomiendo. Está muy bueno, develador, diría yo.
