Terminó el semestre de Arquitectura, por supuesto los estudiantes acabamos enamorados de la carrera (bola de masoquistas).
Sí, volveremos, volveremos cuando sea necesario, no antes. Tendrán que bajarnos de los coches mientras las uñas se quedan atascadas en los respaldos de los asientos. Y dejarnos atados con cadena a la columna del edificio de Talleres.
Pero ¿qué se extraña de arquitectura? ¿por qué pensamos en regresar como una opción?
Los amigos que se volvieron familia, las arkiaventuras que se volvieron diarias, los trabajos extenuantes que se volvieron orgullos, las parrandas que se tradujeron en faltas, la comida que se hizo cada vez menos necesaria, los desvelos que soportamos día con día…
Todo eso para llegar desvelado, harto, maldiciendo la existencia y salir en una nube que ya no cabe en el salón porque uno de los maestros te dijo: vas por buen camino.
Carrera matada. Sin lugar a dudas.
Hay que aceptarlo: es genial.
¡Allá iré: 2do semestre!
Foto: Tereskeny
